Quiero cambiar de personalidad (no, no quieres)
Con cierta frecuencia recibimos correos y comentarios hablando de cómo la persona es de esta o aquella manera, y de cómo le gustaría cambiar y ser diferente, pensando que de este modo sus relaciones personales van a mejorar y van a ser más felices.
Que no, déjanos insistir, no quieres cambiar tu personalidad. En este artículo te daremos las claves para que comprendas por qué empeñarte en cambiar algunas cosas no tiene por qué ser necesariamente bueno.
Antes de comenzar con el artículo dejemos dos cosas claras: primero, no estamos hablando de trastornos graves de la personalidad o conducta, pues este no es el foro adecuado. Cualquier tipo de problema que creas que pueda afectar gravemente a ti mismo o a los que te rodean debe ser tratado por un profesional. En segundo lugar, estamos de acuerdo en que querer mejorar algún aspecto de nuestra personalidad es siempre positivo, un reto y una aventura, siempre que se haga con las ganas de mejorar desde la propia aceptación y no presionados por un entorno/pensamientos/creencias que nos generan más ansiedad que beneficios a largo plazo.
Vamos a reflexionar un poquito sobre la personalidad, la aceptación y el cambio.
¿conoces tu personalidad?
El primer paso para andar un camino es saber dónde estamos. Sin una idea clara de tu personalidad, no puedes plantearte que quieres cambiarla. Si has leído nuestros artículos sobre personalidad (y si no, te recomendamos que no te los pierdas) ya tendrás una ligera idea de los tipos de personalidad, de lo que significa ser pasivo, agresivo y asertivo. Asimismo, el lenguaje nos brinda un montón de posibilidades de describir determinados aspectos de nuestra personalidad: somos alegres, risueños, introvertidos, divertidos o aburridos, y un largo etcétera de calificativos. ¿Y tú cómo eres? ¿cómo te definirías en un puñado de palabras?
Bien, lo has conseguido, ya sabes cómo eres, has sido capaz de describir los principales rasgos de tu personalidad. ¿Seguro? ¿Eres siempre así, independientemente del lugar en el que te encuentres? ¿Da igual la gente con la que estés? ¿Te expresas igual? ¿Actúas igual? ¿Piensas igual? La respuesta es que no, que no siempre te encuentras de la misma manera, que tus pensamientos, tus acciones, tu personalidad, tienen mucho que ver con cómo y con quién te encuentres en ese momento, y sobre todo con cómo percibas tú (sí, tú, no los demás) esas situaciones.
Ahora vuelve a responder pero teniendo en cuenta las situaciones y las personas con las que estás. ¡No eres siempre igual! ¿Y te conoces en todas las situaciones y con todas las personas?¡Imposible! Prueba algo nuevo, y estudia cómo has sido en esa situación
¿Por qué quieres cambiarla? Tu personalidad te hace único
Ahora imagina un donut relleno con crema de chocolate (o algún postre que te guste mucho) . Delicioso, ¿verdad? ¿A que te encanta? Piensa que te comes cinco cada día, ahora cincuenta seguidos, ahora que te obligan a comerte cien… ¿te seguiría resultando apetitoso? Si eres como nosotros ya has vivido esa experiencia: algo que te gusta mucho, y sin embargo no puedes ni verlo.
¿Pero hemos venido a hablar de donuts o de personalidad? De lo segundo, no nos desviemos. ¿Qué pasaría si todas las personas fueran iguales? ¿si todos respondiéramos a los mismos patrones de comportamiento, las mismas frases, las mismas bromas, una y otra vez? Pues lo mismo que con los donuts. Que nos aburriríamos de conocer gente porque no habría nada que conocer.
La variedad de personalidades es lo que hace interesante conocer a alguien. Qué le gusta, qué le motiva, lo que piensa de esto y aquello… aún las personas con las que no tenemos nada que ver, aquellas cuyas opiniones, formas de ser y acciones no tienen nada que ver con las nuestras. Piensa que eso eres tú también para los demás: una persona única e irrepetible, que no copia un patrón porque crea que es lo que «encaja». Alguien que cree en sí mismo y se valora por cómo es y no por cómo le juzgan los demás es hoy en día considerado algo extraño: hay que ver qué difícil es hoy en día ser uno mismo.
El césped crece siempre más verde en el jardín del vecino
Este dicho popular se puede interpretar de muchas maneras. Una de ellas es que, hablando de personalidad, tendemos a compararnos con los demás sobrevalorando las cosas buenas que vemos en ellos y minimizando las malas. Es ahí donde pensamos que ojalá tuviéramos la misma personalidad que fulanito, o que menganito tiene una vida estupenda porque su personalidad le ayuda en cada momento. ¿Cuál es la realidad? Ellos son personas, como tú y como yo, y no necesariamente una personalidad es mejor que otra, o nos va a traer más felicidad, o nos hará ser mejores, por mucho que nos comparemos. El único aspecto que te aconsejamos cambiar es el siguiente: deja de compararte con los demás, compárate contigo mismo, con la persona que eras, la que eres y la que quieres ser. Todos tenemos nuestro pequeño mundo interior, disfruta el tuyo sin pensar que en otros llueve menos, hace más sol y las manzanas son más rojas, dulces y redondas porque esos pensamientos son los que oscurecen tus días, y no que seas de esta o aquella manera. Al fin y al cabo, las personas que se pasan el día juzgando a otras son las que tienen una personalidad más pobre. ¿A tí te gustaría ser así?
Quiérete, quiérete y quiérete
Veamos los puntos principales para que aceptes tu personalidad tal como es y seas feliz con ello:
- Acéptate como eres: ¿Que eres una persona tímida? Pues sé una persona tímida. No tienes que obligarte a cambiarlo si no quieres. Coge todos los adjetivos que utilizaste antes cuando pensabas en cómo eras en cada situación y piensa con una sonrisa: ¡así soy yo! La persona que eres define cómo compartes tu vida con los demás, y cambiar artificialmente un aspecto de ti tan sólo te hará vivir experiencias en las que no eres tú, y eso no siempre es bueno. Disfruta de tu forma particular de ser y rodéate de personas que te acepten porque sí, porque tú lo vales.
- Perdónate los fallos: no le des mas vueltas, metiste la pata aquí o allí, porque eres de esta o aquella manera. ¿Sabes qué? Aplícate otro refrán: «en cien años, todos calvos». Hoy en día no importa lo que hagas, en unas horas, o días, estará olvidado. Lo que importa es el presente, y los errores cometidos deberían ser una experiencia para elegir mejor en el futuro, no para vivir el presente arrepentidos.
- Aprecia tus cosas buenas (aka no seas tan negativo): eso, sonríe más, piensa menos, y déjate llevar por cómo eres, deja que tu personalidad aflore en lugar de analizarla, criticarla y juzgarla a cada momento.
Y ya hemos escrito mucho. ¡Ahora te toca a ti! ¿Piensas que cambiar es lo mejor? Te esperamos en los comentarios.