La depresión
La depresión está a nuestro alrededor. Esta enfermedad, de síntomas muy diversos, se encuentra a nuestro alrededor independientemente de cual sea nuestra edad, sexo o condición social. Se trata de un transtorno temporal, caracterizado por un estado de abatimiento e infelicidad que nos impide realizar de forma natural actividades cotidianas. Se trata de un problema global y creciente. Se calcula que entre el cinco y el veinte por ciento de la población se ve afectado en algún momento de su vida por la depresión, y se calcula que para el año 2020 habrá alcanzado el segundo puesto en el ranking de enfermedades causantes de invalidez laboral permanente.
Debemos dejar claro en este punto que, por tratarse de una enfermedad muy seria que puede tener consecuencias muy graves: pérdida de amistades, del trabajo de bienes personales e incluso el suicidio de la persona afectada, la depresión debe ser tratada siempre por un profesional. Ante la aparición de los síntomas en la persona afectada, hay que acudir a un médico de familia, psicólogo o psiquiatra que nos orientarán acerca de su alcance y tratamiento.
Los síntomas de la depresión son múltiples, y no todos aparecen a la vez. Esta variedad y la ausencia de un patrón concreto para describir la enfermedad, puede que lleve a un diagnóstico tardío de la misma. Entre los síntomas se incluyen la tristeza, el decaimiento, la desesperanza, irritabilidad, llanto, transtornos nutritivos, del sueño, fatiga constante, pérdida de interés por actividades cotidianas, incluso las que más nos gustaban, y en general una limitación de la capacidad de la persona para llevar una vida plena.
Acerca de las causas, también pueden ser de muy diversa naturaleza, tales como una baja autoestima (ver nuestros artículos sobre cómo mejorar tu autoestima), el estrés, un accidente, problemas económicos, la muerte de un ser querido, una ruptura emocional, factores genéticos o el consumo de algunas sustancias.
La depresión tiene solución, bien sea mediante tratamientos farmacológicos, terapia o la combinación de ambos tratamientos, que en la mayoría de los casos supone una recuperación más rápida y efectiva. Tanto si la sufrimos nosotros como si la sufre alguien a nuestro alrededor, es importante acudir a un profesional, que valorará la profundidad, causas y tratamiento adecuado, y buscar el apoyo de las personas que sabemos que nos quieren y que tenemos cerca.
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